Abro la ventana para que el aire entre por ella y mueva mi pelo.
Me siento y miro al frente, miro por la ventana.
Oigo el viento, casi puedo ver como una mano etérea mueve los árboles.
No tengo nada más que hacer. No tengo nada, ni tampoco quiero.
Seguiré para siempre mirando como el viento mueve las nubes, como juega con ellas
y les dá formas caprichosas.
Ahora veo una que tiene tu cara. Si, eres tu, es tu pelo, tus ojos, tus labios...
esos labios que ya no volveré a besar, esos labios que ya no quieren ser besados por mi.
¿Como seguir viviendo?
Quisiera olvidar.
Quisiera no pensar en tus brazos, esos brazos que me agarraban fuerte cuando creían que me podría caer.
Esos brazos que ya no me quieren sujetar más, que me dejan sola ante cualquier precipicio.
Quiero no recordar.
No quiero recordar tus manos.
Tus manos, que se dejaban caer una noche tras otra sobre mi cintura cuando dormías.
Esas manos que ya últimamente solo se posaban sobre el cojín del sofá.
Veo tu cara en las nubes y me hace daño, tanto como el que me estás haciendo realmente.
Me dueles. Te quiero.
Me dices "adios" y yo te digo "quédate"
Me ruegas "No sufras" y yo te ruego "no me dejes sola"
pero aún así te vas.
Haces tu maleta y en ella metes tus camisas, tus pantalones y mi vida entera.
¿No te has dado cuenta?
En ella se ha colado mi sonrisa, mi corazón y el aire que me hace falta para respirar.
Me ahogo sin ti.
Ahora tengo una casa para mi sola,
Un armario del que has sacado tus cosas pero que has llenado de soledad.
Un baño que ya no huele a tu gel y en el que todas las burbujas de jabón se han explotado de golpe.
Plof, plof, plof, plof.
Del techo caen las gotas de jabón que al rozar mi piel se convierten en cristal y me hacen sangrar.
Me froto, pero solo consigo hacerme sangrar más.
No quiero pensar en tí pero no puedo dejar de recordarte.
"No te quiero, adios"
Mentira.
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